¿La tecnología mata el capital social?
El capital social es la personalidad de la sociedad, es decir, el conjunto de características que nos definen gracias a las normas, las leyes o la confianza. Esta teoría del capital social acuñada por Robert Putnam en 1993 asegura que un capital social alto es un buen indicador de la salud de la sociedad en ámbitos como la educación, la economía y la seguridad.
Para empezar, quiero destacar que no centraré el término “capital social” relacionado con lo mercantil, sino con las variables sociológicas que nos definen como colectivo y su decadencia con el paso de los años por el excesivo uso de la tecnología en nuestra cotidianeidad.
Muchos miraréis atrás con nostalgia; otros con rabia; otros con condescendencia. Lo que está claro es que el tejido social está desapareciendo. Ya apenas quedan bares donde nuestros abuelos y padres “echan la partida” después de comer. Tampoco se ven niños correteando por las plazoletas compartiendo juguetes porque están condenados a socializar en parques infantiles, como si fueran patos en un corral. Por esta razón yo me pregunto si la tecnología tiene algo que ver en cómo la sociedad ha cambiado en las últimas décadas y cómo hemos perdido costumbres tan sanas como tener una buena conversación espontánea con un desconocido o jugar a los tazos o las chapas. La confianza entre los ciudadanos se podía sentir, pero ahora somos reticentes hasta para preguntar quién da la vez en la frutería.
Resulta curioso que estas costumbres “culturales” que hasta entonces definían nuestra personalidad social, se han conservado en las áreas donde menos progreso tecnológico existe como son las zonas rurales, y se han evaporado de las grandes aglomeraciones de gente, como ocurre en las ciudades. Es decir, el capital social se resquebraja y se polariza.
En este aspecto la experiencia social se ve afectada por la interacción que la tecnología móvil provoca por las excesivas notificaciones y las llamadas de atención de nuestros smartphones. Es aquí donde paradójicamente llegamos a la conclusión de que estamos más conectados que nunca, incluso demasiado me atrevo a decir, pero más desconectados de nuestro entorno y de nuestra cultura. Estamos desligados de las costumbres que nos otorgan esa identidad social que nos permitía crecer colectivamente. Es por ello que la inclusión de la tecnología en la sociedad como una manera de paliar nuestras necesidades individuales se ha convertido en el mayor lastre social. Sentimos la necesidad de comunicarnos en cada momento, pero cuando lo hacemos nos distanciamos de nuestra esencia como seres sociales y nos estamos dirigiendo hacia una red de comunicación sintética sin valor emocional.
El ser humano es social por naturaleza y es su principal mecanismo de supervivencia, a pesar de que hoy en día veamos la cooperación colectiva como un impedimento y no como una evolución.
De todas maneras, no sólo la tecnología considero que es culpable de nuestra debacle comunicacional. También otros factores sociales somo el ritmo acelerado de vida que llevamos o los cambios en los modelos de disfrutar y gestionar nuestro ocio han hecho disminuir nuestra capacidad de comunicarnos. Aun así, no podemos obviar el hecho de que la tecnología ha captado toda nuestra demanda y atención y hoy en día es muy difícil evitar la influencia de los algoritmos del entorno digital.
Todo este proceso no ha sido repentino. Requiere décadas de evolución hasta llegar al punto en el que nos encontramos, pero no hay un culpable concreto. Tal vez seamos los ciudadanos, tal vez los políticos, tal vez el destino del Ser Humano. Lo que está claro es que estamos ante una dualidad de las tecnologías de la información porque fomentan la comunicación, pero devalúa la cohesión entre las personas.
No obstante, quiero dejar una cosa clara y es que la tecnología bien adaptada puede hacer que el capital social se fortalezca gracias a todos los avances en Inteligencia Artificial y el proceso de digitalización en el que ya estamos inmersos. Por eso me gustaría que me respondieras cuánto valemos como sociedad.
¿Estamos ante un momento en el que nos tenemos que reinventar para poder convivir en “paz” con la tecnología? ¡Cuéntame! 👇