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¿La tecnología nos ha hecho perder el rumbo?

La tecnología forma parte de nuestras vidas nos guste o no nos guste. Poco a poco ha ido condicionando nuestro presente y nuestro futuro, claro está, con esperanzas de que la propia evolución tecnológica nos condicione una calidad de vida digna y acorde a la misma.

No obstante, en nuestro día a día no solemos ser conscientes de los holgados beneficios y ventajas que nos aporta la implementación de la tecnología más básica en nuestros hogares, en el entorno laboral, o en cualquier otro ámbito.

La tecnología nos ha permitido estrechar lazos y crear conexiones globales como la comunicación instantánea gracias a las redes sociales, las videollamadas y las plataformas de mensajería derribando así barreras geográficas. Sin embargo, esta hiperconectividad no está pasando factura y las personas nos estamos desconectando de lo humano. Pasamos demasiado tiempo interactuando a través de pantallas y esto disminuye la calidad de nuestras relaciones personales y afecta a nuestra capacidad para establecer conexiones personales.

Acceso a la información vs. sobrecarga de información

La tecnología ha democratizado el acceso a la información. Podemos aprender sobre cualquier tema con solo unos clics y esto ha facilitado, por supuesto, el acceso a la educación y ha empoderado al ser humano con conocimientos antes inimaginables. Pero esta abundancia de información ha generado una sobrecarga que dificulta la consciencia de las personas con su identidad personal y digital.

La automatización lo ha cambiado todo

La tecnología, por tanto, ha permitido que determinados sectores se automaticen para aumentar la eficiencia y la productividad de la industria. Sin embargo, esto ha supuesto la pérdida de empleos en ciertas áreas en un corto espacio temporal, pero, a la larga, la productividad y los beneficios serán compensados. Es esencial, pues, promover la reskilling, es decir, el reciclaje profesional, para adaptarse a las nuevas demandas del mercado (Upskilling) y no quedarse atrás. Para las generaciones que vienen por detrás es esencial recordarles que no deben dejar de aprender nunca y que ser autodidacta y tener inquietudes abre puertas laborales.

¿Somos adictos a la tecnología?

Los efectos a largo plazo de vivir en un mundo tecnologizado son complejos y multifacéticos. No podemos categorizarlos tajantemente como positivos o negativos puesto que dependen de cómo utilicemos y nos adaptemos a la tecnología. La digitalización ha marcado un antes y un después y hemos caído en el paradigma tecnológico sin final sustentado por el determinismo tecnológico. La tecnología debe mejorarnos el mero hecho de vivir, pero sin socavar nuestra humanidad.

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