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‘Big Data’ como estilo de vida

En el anterior post hablé acerca de la privacidad que nos ofrecen los dispositivos electrónicos que tenemos cuando utilizamos determinadas aplicaciones y si estamos concienciados sobre lo que ello supone. En el artículo de hoy, trato las ventajas y la repercusión que tiene para el marketing y para el consumidor rastrear su actividad en Internet con el propósito de conocerle mejor y ofrecerle así una experiencia de compra más completa y eficaz. Por tanto, el Big Data es nuestro estilo de vida.

Cuando hablamos de privacidad, normalmente, nos referimos a la intimidad de nuestras casas, lo que ocurre de “puertas para adentro” y lo que no queremos que se sepa de “puertas hacia fuera”. También nos protegemos salvaguardando la información que tenemos en nuestros dispositivos electrónicos de cara al resto de personas físicas que nos rodean, bajando el brillo de la pantalla cuando alguien está cerca de nosotros o estableciendo contraseñas para desbloquear esos aparatos, por ejemplo. Sin embargo, desde el nacimiento de Internet en los móviles y de la red 3G a comienzos de los 2000, todo cambió.

La tercera generación de móviles supuso una revolución sin precedentes a nivel mundial. Desde que Apple presentó su IPhone 3G en 2008, los fabricantes de móviles han sido testigos de un impulso infinito y sin frenos dada la capacidad que ofrecía esta red para poner en contacto a personas de todo el mundo a través de videollamadas, por ejemplo, y con una conexión mucho más rápida que la que había entonces. Es en ese instante cuando el mundo cambió su visión sobre los que suponía tener un teléfono móvil con conexión a Internet y las ventajas que nos proporcionaría esa red.

Estos antecedentes guían las grandes y variopintas ventajas competitivas que han adquirido las empresas desde el lanzamiento de Internet móvil al alcance del usuario medio. Parece mentira que hayamos llegado tan lejos. Hoy en día, los movimientos de los consumidores se rastrean al milímetro y se conocen todos detalles posibles acerca del uso que les dan a los móviles y cómo interactúan con ellos.

Igualmente, el marketing siempre busca mejorar la comercialización de un producto mediante un estudio del mercado y del target al que van dirigidos los productos que una empresa desea ofrecer. La mercadotecnia se ha beneficiado de las opciones comerciales que ofrece el entorno digital a gran escala.

Asimismo, el rastreo o seguimiento de nuestras acciones en la red permite que las empresas conozcan mejor a sus usuarios y a su público potencial. Los consumidores digitales, cuando se adentran en ese entorno son observados, analizados y estudiados por el ‘Big Data’ con el fin de delimitar qué tendencias siguen estos compradores con el propósito de conocerlos mejor para ofrecerles los productos que mejor se adapten a las necesidades que reclamen.

GRANDES DATOS, GRANDES RESULTADOS

El ‘Big Data’, aplicado a la mercadotecnia, permite conocer al usuario a un nivel más profundo para considerar qué ofrecerle y actuar sobre terreno   – casi – seguro. Aún así, me planteo la cuestión acerca de si es necesario que determinadas empresas expertas en el sector de la comunicación digital rastreen nuestros datos para posteriormente venderlos a grandes corporaciones para terminar ofreciéndonos los productos que demandamos para satisfacer nuestras necesidades. A priori parece algo descabellado, e incluso intrusivo, y hasta algunas personas lo considerarían ilegal. Pero nada más lejos de la realidad. A pesar de que las políticas de privacidad advierten de que se recopilarán datos sobre el uso que le damos a los dispositivos, en parte es necesario que así sea para que nosotros, los compradores, podamos tener aquello que queremos o que necesitamos.

No obstante, es inviable que como consumidores exijamos productos acordes a nuestras necesidades y luego demandemos que nuestra huella digital desaparezca cuando es, precisamente, ese rastreo el nos da la oportunidad de tener sobre la mesa el producto que anhelamos.

Cuando accedemos a Internet queda registrado absolutamente todo. Que nos planteemos si este hecho es legítimo o si tiene sus peligros es comprensible y necesario que reflexionemos sobre ello. Aún así, ¿genera peligro o desconfianza que el ‘Big Data’ recopile nuestros gustos o preferencias para que posteriormente nos puedan ofrecer un producto acorde a nuestro agrado?

Lo ideal, como todo en la vida, es mantener un equilibrio tesonero entre lo que hacemos, lo que queremos y lo que aportamos en la red, y viceversa. Por consiguiente, debe haber un respeto mutuo entre quienes recopilan datos y quienes los ofrecemos “gratuitamente”, aunque en un futuro se nos recompense por esa “intromisión”, casi obligatoria hoy en día, de la privacidad. Pero es, justamente, esa huella digital lo que nos permite obtener aquello que calma nuestra ansia consumista y por ello, el ‘Big Data’ es ahora nuestro estilo de vida.

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