El pago móvil ya está aquí

Andrés Macario. El año 2016 será recordado por ser el año del desembarco del pago móvil en España. Poco a poco, entidades financieras, establecimientos comerciales y algunos usuarios más atrevidos, están dando los primeros pasos. Ya es posible ver a algunos compradores acercando su smartphone o reloj inteligente al mostrador para pagar. Aunque todavía es pronto para predecir la velocidad de su implantación, se constata predisposición hacia su uso por una parte de la población: «el 58% de los usuarios de smartphones en España estaría dispuesto a pagar a través de su móvil el próximo año». Un sistema que podría suponer el fin de las tarjetas de crédito e incluso del dinero en efectivo.

A pocos días de comenzar el año 2017, Apple Pay llega a España de la mano del banco Santander. Otras entidades financieras trabajan desde hace meses con su mayor competidor Sansumg Pay. La realidad es que el pago móvil ya está aquí, de la mano de bancos y grandes cadenas como Inditex o El Corte Inglés que han implantado este sistema de pago en sus establecimientos. No obstante, para ser uno de los países de Europa donde mayor número de smartphones hay y donde más se utilizan (el 85% de los españoles tiene un terminal móvil, según la Comisión del Mercado de las Telecomunicaciones) la cifra de adopción del pago móvil no parece muy elevada.

Las consultoras y empresas de investigación se han apresurado a hacer los deberes y se preguntan si los españoles estamos preparados para dejar la cartera en casa y empezar a pagar con nuestro smartphone. Un artículo reciente sobre el fin del dinero en metálico, publicado en El País, deja entrever algunos de los motivos por los que España sigue siendo el reino del “cash”. Frente a otros países europeos como Dinamarca o Suecia donde ya casi no hay billetes en circulación, «en nuestro país el 70% del consumo privado se paga todavía en metálico», según fuentes de Mastercard. ¿Nos gusta llevar la cartera llena o hay algo más?

Si atendemos a las preferencias de los españoles, según un estudio de PwC, el metálico es el método de pago que más gusta a los españoles para hacer sus compras (77%), seguido de las tarjetas de débito (56%) y crédito (51%). Si comparamos con el 8% de los ciudadanos que reconocen utilizar el pago por móvil, el resultado es bastante obvio. Uno de los beneficios de aumentar el uso del dinero electrónico es la disminución del fraude y la consiguiente limitación de la economía sumergida para ponernos al nivel de otros países de la Unión Europea que nos rodean. Este sería uno de los retos a los que se enfrenta el pago móvil.

También existe un aspecto cultural y de hábitos en el uso del metálico. Nos gusta llevar dinero encima por lo que pueda pasar, comprar el periódico en el kiosko o pagar la caña en el bar. También podemos entender que la velocidad de adopción variará según la edad y la generación a la que se pertenezca. Serán los millennials, quienes han nacido bajo el influjo de Internet, los que impulsen el uso de esta tecnología. Para ellos, pagar con su móvil será tan natural como para anteriores generaciones abrir la cartera.

Tampoco se puede olvidar que la desconfianza es una de las principales barreras para la adopción de los avances tecnológicos. Según el estudio de Ipsos, «es fundamental generar visibilidad y confianza en el consumidor». Y también, que se produzca una mayor implantación de tecnologías contactless en los establecimientos para acompañar el cambio de hábitos de los consumidores: «uno de cada dos usuarios lo integrará en su consumo cotidiano, fundamentalmente para pagar el transporte público (60%), comprar en supermercados (58%), combustibles (58%) y para entradas y espectáculos (57%)».

A la desconfianza del usuario, hay que añadir el tiempo. Toda innovación requiere de un período de adopción. Para que todos tengamos móvil y no podamos vivir sin él, han tenido que pasar más de dos décadas. En este sentido, aporto el siguiente dato: el uso del dinero electrónico va en aumento y seguirá creciendo de forma imparable. Según el Banco de España, durante el primer trimestre de 2016, es la primera vez que se han producido más pagos con tarjetas (27.816 millones de euros) que dinero se ha sacado de los cajeros (26.603 millones). Lo que quiero decir con esto es que el triunfo del “plástico” sobre papel y metal ha sido progresivo. Es lo que tienen las innovaciones, llegan, van calando poco a poco en la sociedad, se instalan y, cuando te das cuenta, ya no puedes vivir sin ellas.

¿Sucederá esto con el pago móvil? La tendencia es utilizar cada vez más medios de pago electrónicos. En principio, todo son ventajas: es cómodo, rápido —la transacción con un móvil es de ocho segundos frente a los 20 segundos de una tarjeta de chip-,  y seguro para los usuarios —el móvil no se puede clonar y permite sistemas de encriptación-. Los expertos se preguntan si veremos el fin del dinero. Puede que las próximas generaciones tengan que visitar un museo para saber lo que era un billete y una moneda. Tiempo al tiempo.

 

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