La globalización y el cambio climático impactan sobre el turismo
¿Cuántas veces has viajado a un destino que antes no era “turístico” y cuando has llegado estaba a rebosar? ¿Cuántas veces algunos lugares, ciudades y pueblos, ya no son lo que eran antaño por el turismo? Si has tenido esa sensación de no conocer un paraje del que presumíais hacerlo, enhorabuena, acabas de descubrir un sitio totalmente nuevo.
Hace relativamente pocos años, el turismo de masas se concentraba en urbes o pueblos, vamos a decir famosos, y estos se masificaban predominantemente en temporada alta, es decir, en los meses más calurosos del año. Y sigue ocurriendo a día de hoy, pero el tipo de turismo ya no es el mismo. La sociedad ha modificado sus hábitos de consumo y ya no ve a las ciudades más pequeñas o inclusos a los pueblos como lugares sin encanto y aburridos para pasar unos días de descanso. Todo lo contrario. Ahora los placeres del descanso se concentran, además de los destinos turísticos habituales de la costa brava y la costa del sol, las personas buscan lugares de descanso en teoría poco congestionados como pueblos cercanos a sus ciudades de origen que tengan algún tipo de actividad extra que les permita acompañar la experiencia vacacional, como hacer una ruta de bodegas o un descenso en canoa si el lugar tiene ríos cercanos.
Todo ello genera que los emplazamientos donde recaen más turistas se adapten en parte a las “exigencias” de este mercado, que se encuentra prácticamente ya democratizado, ofreciendo así paquetes de productos que mejoran, como he recalcado antes, la experiencia de los visitantes. Y este hecho puede causar estragos e incomodidades a los oriundos de esas nuevas zonas turísticas. Es entonces cuando debemos plantearnos qué impacto tiene la globalización en el turismo de masas y si esta masificación es perjudicial para la cultura y costumbres originarias de algunos destinos.
Cabe destacar que los destinos turísticos de masas tradicionales como Benidorm, por ejemplo, o incluso Peñíscola, sufren las consecuencias de la masificación, a pesar de que se preparan para las temporadas con más abundancia de turistas. En épocas altas pueden multiplicar por cuatro el número de habitantes, y pasar de los 67.000 censados a los 400.000 en ciudades como Benidorm, o en Peñíscola, que pasan de los 8.000 a los 100.000 en la época estival.
No obstante, no se debe crucificar de forma tajante el turismo masivo puesto que es una de las fuerzas económicas de las que se nutre nuestro Producto Interior Bruto (PIB). España es un país que genera parte de su riqueza gracias al turismo, en especial del extranjero, y esto es muy importante para nosotros.
➡ La contraparte turística
Como variable negativa del turismo de masas, se encuentran esas ciudades o pueblos donde el turismo no sea un motor de laeconomía local o regional, pero sí registren picos de visitantes en determinar fechas del año. Durante esas fechas es probable que los habitantes de las zonas vean alteras sus rutinas y costumbres en pro de satisfacer las “demandas” de ese nicho turístico. Como apunte negativo cabe resaltar que, en parte, esta culpa recae directamente en el comportamiento del consumidor respecto al lugar donde se encuentra. En muchas ocasiones los visitantes son maleducados, no respetan los horarios locales y quieren que el lugar que visitan se adapte a ellos en vez a la inversa. En otras ocasiones, aunque las personas que visitan un lugar respeten el mismo, la excesiva congregación altera la cotidianeidad del paraje, como ocurre actualmente, por ejemplo, en el norte, en la zona de los Picos de Europa o Covadonga.
🌤 El cambio climático impacta directamente en el turismo
En los últimos años hemos sido conscientes de los desbarajustes de las condiciones meteorológicas aquí en España a causa del cambio climático. Muchas comunidades autónomas como Andalucía, están tomando medidas al respecto dado que, en un futuro próximo, los meses de temporada alta serán aquellos que ahora se consideran temporada baja, es decir, los meses menos cálidos, que ahora cuentan con temperaturas moderadas y más agradables.
Aquí en España, las comunidades del norte gozan de un clima más estable durante el año. También de temperaturas más llevaderas. Las olas de calor “apenas” se dejan notar con fuerza y este motivo atrae a los turistas climáticos que ansían refrescarse en un Atlántico o Cantábrico sin pasar calor excesivo.
Se ha visto el cambio repentino y brusco de las temperaturas condiciona el consumo turístico, por lo que las ciudades y los pueblos que estaban acostumbrados al poco ajetreo y que además se encuentren zonas poco conocidas, deben prepararse para ser destinos vacacionales en los próximos años.
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