¿Qué es el toque de queda digital, a quién afecta y por qué?
Hace unos días reflexioné aquí sobre el futuro de la digitalización de la educación en España y las conclusiones a las que llegué fueron un tanto ambiguas dado el potencial de la tecnología y la escasa capacidad de anticipación de inconvenientes que tenemos como sociedad. Días después, me topé con una noticia que explicaba que desde 2023, en Estados Unidos se ha impuesto un toque de queda digital para atenuar y garantizar la calidad de la exposición de los jóvenes a las pantallas y, en concreto, a las redes sociales. Así que aquí van mis reflexiones.
El toque de queda digital es una especie de control parental que busca supervisar el acceso de los jóvenes a las redes sociales. Este “control” se implementó por primera vez en el estado de Utah, Estados Unidos, y ahora es el Gobierno Británico quien quiere seguir este ejemplo y se plantea la posibilidad de aprobar este 2025 un toque de queda similar.
Este control se basa en la “naturaleza adictiva y nociva” de redes sociales como TikTok para imponer unas horas durante las cuales, los menores de 16 años deben tener un permiso explícito de sus progenitores para utilizar plataformas de este tipo desde las 22.00 h hasta el amanecer.
El hecho de que los algoritmos de las redes sociales cada vez sean más agresivos es un motivo de peso para imponer estas restricciones. Sin embargo, creo que los jóvenes, si de verdad quieren entrar en una red social, lo harán con o sin permiso parental. El control que tienen las plataformas como TikTok o Instagram para comprobar si los menores de edad usan estas redes sociales son parciales, es decir, que el control principal lo tienen los padres. Por ejemplo, en la plataforma china, existe una opción que se llama Sincronización Familiar, desde la que los padres pueden capar contenido a sus hijos mediante el filtrado de palabras clave y activando el Modo Restringido, que prohíbe el contenido habilitado para mayores de edad en las cuentas de los menores.
Con todo ello me refiero que la responsabilidad última sobre el tipo de contenido y el control de acceso a las redes sociales, la tienen los padres, por mucho que las plataformas hagan amagos de atenuar la exposición de los menores a contenidos inapropiados.
Sinceramente no se hasta qué punto puede ser efectivo el toque de queda digital. Los menores de edad pueden hacerse varias cuentas, aparte de la oficial que conocen los padres, o contar con varios dispositivos en los que puede iniciar sesión desde, precisamente, estas cuentas, vamos a llamarlas, “falsas”. La picardía de los jóvenes no tiene límites y los algoritmos de las redes sociales, tampoco. Si un chaval quiere tener una cuenta en Facebook, TikTok o Instagram, la va a tener.
Si bien es cierto que hace un tiempo se propuso que para que los menores de edad pudieran abrirse una cuenta en esas plataformas necesitarían validar sus datos personales, la Agencia Española de Protección de Datos (AEPD) puso el “grito en el cielo” por las supuestas violaciones de la privacidad de los datos que se cometerían si esas acciones de comprobación se llevaran a cabo sin herramientas que garantizasen un funcionamiento ético y acorde a los derechos fundamentes de las personas. No obstante, esta misma agencia desarrolló tiempo después una herramienta que verificaría la edad para proteger a los menores de la exposición de contenido obsceno, violento y/o relacionado con las apuestas.
Aún así, creo que cualquier esfuerzo por proteger la privacidad de nuestros menores de la incertidumbre de la red es imprescindible. Está claro que la educación de la digitalización debe partir desde los hogares, porque son el epicentro de la tecnología móvil de la que disponemos todos, adultos y jóvenes.
Por esta razón, veo con buenos ojos el toque de queda digital porque supone un mecanismo sencillo y útil de cara a proteger a los más vulnerables de la escasa arbitrariedad algorítmica de las redes sociales o cualquier otra plataforma de comunicación online que pueda poner en peligro la dignidad de las personas.
En definitiva, los padres debemos acompañar en todo momento a los menores mientras navegan en Internet. Eso sí, defiendo a capa y espada el uso moderado de la tecnología porque internet no es nuestro enemigo. Tampoco lo son los móviles y ordenadores. Simplemente se trata de buscar un equilibrio entre las demandas de los jóvenes por satisfacer su necesidad de comunicación online con sus amigos o disfrutar del entretenimiento de una manera justa, sana y controlada, y los peligros ocultos que acechan en la red.
Espero que te haya resultado interesante. Ahora me gustaría conocer tu opinión sobre este tema. ¿Crees que el toque de queda digital es una buena opción para controlar el contenido nocivo al que acceden los menores? ¿Por qué?