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¿Las empresas son responsables del impacto ambiental y social de sus servicios?

En los últimos años la sociedad se ha sensibilizado notablemente sobre el impacto de la actividad industrial que tienen las empresas. A medida que se agudizan las preocupaciones sobre el futuro del medio ambiente, surge la inquietud sobre la responsabilidad que deberían asumir las empresas en relación al impacto que generan a través de la explotación de sus productos.

Es común pensar que las empresas tienen la responsabilidad moral de proteger el medio donde ejercen su actividad, considerando a la vez el impacto que su actividad empresarial implica para la sociedad. A pesar de ello, cabe resaltar que las empresas generan empleo y ofrecen bienes y servicios necesarios para el desarrollo sostenible de la sociedad. Por eso y en este sentido, las organizaciones tienen la obligación de minimizar su impacto negativo, asumiendo la responsabilidad correspondiente que conlleve su actividad.

Teniendo en cuenta que en las empresas grandes existen inversores con los que se tienen obligaciones y se debe cumplir, conviene saber que la principal responsabilidad de la corporación es maximizar los beneficios para ellos, es decir, para los accionistas. Por esta razón, algunos líderes de grandes corporaciones piensan que no deberían preocuparse por el impacto social, o también ambiental, de sus actividades, siempre y cuando estén generando ganancias.

Del mismo modo, las empresas ya están sujetas a regulaciones gubernamentales que las obligan a cumplir con ciertos estándares ambientales y sociales y que, por tanto, de la responsabilidad social y ambiental. Y es por ello que las empresas no deberían asumir responsabilidades adicionales más allá de lo que exigen las leyes y regulaciones existentes.

Pero… ¿Qué responsabilidad real tienen las empresas?

Pero, entonces, ¿qué es lo correcto? ¿Deberían las empresas ser responsables del impacto que generan sus productos? Pues aquí está la principal cuestión porque las empresas sí tienen una responsabilidad dual en la que deben generar ganancias para sus accionistas, como he comentado anteriormente, pero también asumir la responsabilidad que les corresponde por la huella de su actividad. Sin embargo, la regulación estatal en la que una empresa ejerce su actividad económica no es suficiente para garantizar el cumplimiento de los estándares necesarios, ya que estas regulaciones a menudo son laxas y están sujetas a presiones políticas.

Igualmente, es importante destacar que la responsabilidad social no es algo que se pueda cumplir de la noche a la mañana. Requiere una planificación cuidadosa y un compromiso a largo plazo, por lo que se deben establecer metas y objetivos claros, además de medir y reportar regularmente su progreso hacia estos objetivos.

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