¿Somos libres?
Vivimos una dictadura encubierta. Las cargas policiales de estos días lo demostraron. El cisma de crispación que se vivió en diferentes ciudades españolas, pero, sobre todo en Madrid en Ferraz, describe el radicalismo extremo que implantó Pedro Sánchez y su sanchismo en los últimos años.
Para empezar, la exagerada actuación de los antidisturbios de la Policía Nacional de la que España fue testigo tiene un precedente relacionado y son las cargas policiales del 1 de octubre de 2017. En este caso, las cargas fueron más duras pero estaban justificadas entonces. Lo de estos días fue una salvajada ordenada por el Gobierno de pacotilla que nos toca aguantar.
Sánchez y los suyos, e incluido por supuesto Marlaska, son los culpables de que España esté dividida como lo está ahora mismo. Existen sectores que echan toda la culpa a la Policía y no debería ser así. En el caso del 1-O de hace seis años, los ciudadanos que fueron reprimidos por la policía pretendían quebrantar la unidad de España y su Constitución por querer votar un referéndum ilegal y separatista mientras que, en las cargas de ayer, las personas que se manifestaron pretendían defender España y expresar libremente sus opiniones. Visto lo visto no es posible porque vivimos en una dictadura encubierta por un rancio socialismo que más que proteger las libertades y los derechos de los españoles, cada vez los restringe más si algo no le conviene -al sanchismo- escuchar.
Con todo ello me refiero que tanto la carga del 1-O como la de Ferraz tienen en común el nivel de radicalismo al que el PSOE y sus socios son capaces de impregnar en todas las capas de la sociedad. La tensión campa por las calles y lo más fácil es echar la culpa a nuestra Policía porque son los que dan la cara por los políticos que no se hacen cargo de sus errores y mentiras, como Pedro Sánchez. Ayer, las manifestaciones dejaron a 30 agentes de la policía nacional heridos y siete detenidos.
A día de hoy, se han convocado más manifestaciones para protestar libremente, porque así lo recoge nuestra Constitución, en las sedes del PSOE por el tenebroso y nefasto camino de estiércol por el que hace pisar España, sólo para servir sus propios intereses. Veremos cómo acaba esto, pero cada vez el malestar social va en aumento.