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Agenda 2030: Greenwashing al coche eléctrico

Llevan casi diez años amenazando con imponer los Objetivos de Desarrollo Sostenible enmarcados dentro de la archiconocida Agenda 2030 sí o sí, incluso aquellos que suenan descaradamente ridículos como obligar a cambiar todo el parque automóvil de gasolina y diésel por una electrificación integral de todos los vehículos.

Antes de nada, quiero remarcar que no todos los objetivos de la maliciosa Agenda 2030 son forzosamente negativos. Aquellos que tratan de mejorar el nivel educativo a nivel mundial, así como la democratización de la propia educación, siempre serán bienvenidos, al igual que los relacionados con la empleabilidad juvenil y las condiciones laborales. Eso que no quepa duda.

No obstante, en los últimos años se nos ha intentado meter en la cabeza de que sí o sí tenemos que comprar un coche eléctrico porque los que tenemos ahora contaminan demasiado nuestro medio ambiente. En cierto modo es así. Pero no podemos gestionar todas las crisis climáticas que nos hacen tragar mediante la prohibición de circular en vehículos particulares de los ciudadanos si no cumplen unas características, a priori, exageradas para que se puedan adoptar a corto plazo y desproporcionadas para cualquier ciudadano de a pie.

Estas medidas pasan por delimitar las zonas por las que pueden circular aquellos coches que no tengan la famosa pegatina de cero emisiones de la DGT. Un cuento chino. No digo que los coches no contaminen. Pero pagamos impuestos de circulación para no poder circular libremente porque al partido de turno se le atoja prohibir la circulación en coches particulares para evitar que se forme una nube con forma de champiñón más peligrosa que la de Oppenheimer. Ridículo no, lo siguiente.

Además, nos están amenazando con que tenemos que hacernos con un vehículo eléctrico para cumplir con las exigencias de la Agenda 2030, pero no están reparando en la infraestructura necesaria para mantener un parque de coches de esas características que nada tienen que ver con los que tenemos actualmente, donde en España, la edad media de un automóvil es de 14,2 años.

¿Me quieren decir entonces de dónde sacan los ciudadanos fondos suficientes para adquirir un coche eléctrico que no les asegura poder utilizarlo cuando deseen ni con las mismas ventajas que un coche a diésel y gasolina porque no existen cargadores suficientes en la vía pública en distintos puntos de las ciudades? ¿Van a subvencionar la instalación de cargadores y zonas específicas para los coches eléctricos dentro de aparcamientos privados y garajes de comunidades de vecinos? ¿Cuándo un ciudadano se compre un coche eléctrico se le instalará en su vivienda todo lo necesario para que funcione correctamente y pueda disponer de él cuando quiera?

Son demasiadas preguntas ilógicas sin una respuesta contundente que no se ría en nuestra cara. Por otra parte, no entiendo la prisa y la poca consideración hacia los ciudadanos por el hecho de obligarles a gastarse miles de euros y a endeudarse -más aún- para cumplir con unos objetivos que los han puesto precisamente los que menos contacto con la realidad tienen y quienes más contaminan y quienes, por supuesto, no se van a aplicar dichos objetivos de sus planes de esta década clave para el futuro de la movilidad global.

No obstante, los únicos incentivos que reciben los ciudadanos por adquirir un coche que no contamine según los umbrales que determina esta Agenda es una deducción del 15% en la declaración de la renta si han entregado el 25% del valor del mismo. A pesar de que no está subvencionada como tal la instalación de puntos de recarga, esta sí está premiada con otra deducción del 15%. Pero no es suficiente y, como siempre, el ciudadano es quien adelanta un dinero que no tiene por qué tener.

La Agenda 2030 empieza la casa por el tejado

A pesar de todo el bombo que quieren que demos al coche eléctrico y sus supuestas ventajas sobre nuestros actuales vehículos, algunas empresas, como Repsol, están desarrollando combustibles sintéticos y neutros para adaptarse a los nuevos tiempos que nos están imponiendo.

Es entonces cuando me pregunto ¿por qué no se insta a desarrollar combustibles que sean sostenibles y que sean “universales” para evitar la obsolescencia programada a la que están condenando a nuestros coches, viejos y nuevos, que no tienen la etiqueta de la DGT de emisiones cero o Eco? ¿No sería más lógico promover este tipo de combustible “eco” en vez de obligar a desechar algo que todavía funciona perfectamente como nuestros coches, por muy viejos que sean? Como apunte, la etiqueta cero emisiones es un timo, una tomadura de pelo en toda regla porque solo tiene en cuenta los carburantes y no todo ciclo completo de construcción de un vehículo eléctrico, así que no hablan de emisiones netas como tal.

Está claro que los intereses priman por delante de la sensatez de evitar por todos los medios la obsolescencia programada por la Agenda 2030 a nuestro parque automovilístico porque lo que están haciendo con el coche eléctrico es un Greenwashing de manual que, por cierto, está siendo muy criticado últimamente por su aprovechamiento en falso de palabras como “sostenibilidad” o “eco”. Explicadme por qué un brik de “leche” de almendras eco es menos “eco” que el nuevo apellido de nuestros coches si la finalidad del marketing empleado es prácticamente la misma en la Agenda 2030.

Nos tratan como imbéciles.

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