La influencia de los algoritmos en la vida humana
Nos encontramos en un momento de la vida en el que parece que las máquinas han sustituido a los humanos. Es como si alrededor de las personas hubiera una capa de digitalización que nos hace parecer algo insignificante frente al mundo digital. En parte es así, ya que los datos, dispositivos tecnológicos, avances, herramientas online y medios digitales han llegado para reemplazar en muchos casos el trabajo y el esfuerzo humano.
Desde hace años estamos inmersos en un mundo donde presenciamos un continuo cambio digital sin darnos cuenta. Decía el historiador noruego Christian Lous Lange: “La tecnología es un sirviente útil pero un jefe peligroso”. Esta frase tiene sentido si analizamos el entorno en el que vivimos, donde cada vez más todas las acciones que realizamos a lo largo del día están digitalizadas.
Es importante tener en cuenta la frase citada porque la tecnología conlleva una pérdida de conocimientos por nuestra parte, es decir, ponemos millones de datos en Internet y se los regalamos a la red sin saber hacia dónde van. ¿Quién los controla? ¿cómo funcionan los datos en la red? ¿qué procesos siguen? Hay infinitud de preguntas que se nos escapan debido a la gran importancia que lo digital está adquiriendo en nuestras vidas. Un tema muy complejo del que escribí algunas pinceladas en el artículo ‘la línea invisible entre la privacidad y la digitalización’. y en mi libro “La digitalización invisible” del que hablaré más adelante.
A colación con el mundo de los datos y lo digital cabe destacar que, desde hace unos años, uno de los conceptos más sonados es: ‘algoritmo’. Probablemente se trate de la palabra estrella de la transformación digital en la que nos encontramos sumergidos.
Para comenzar a hablar sobre este tema tan complejo es fundamental preguntarnos: ¿de qué se tratan los ‘algoritmos’? Este concepto significa ‘número’ y es “un conjunto de instrucciones o reglas definidas, ordenadas y finitas que permite solucionar un problema, realizar un cómputo, procesar datos y llevar a cabo otras tareas o actividades”.
Esta sería la definición teórica de lo que es un ‘algoritmo’, pero en la práctica abundan en nuestros días debido a nuestra permanente conexión con el mundo digital. Buscamos información en Google, subimos fotografías en Facebook e Instagram, nos divertimos y consultamos noticias en Twitter, compramos en tiendas online como Amazon y así hay un sinfín de plataformas a las que dedicamos gran parte de nuestro tiempo diariamente.
La pregunta es: ¿te has planteado alguna vez cómo funcionan sus algoritmos? Algo tan simple como sumar cuántas visitas ha tenido una publicación en Facebook o el número de interacciones ya suponen un ‘algoritmo’. Estos sistemas se utilizan para conocer nuestros gustos y automatizar el trabajo. El hecho de consultar durante un determinado tiempo unas informaciones o páginas hace que puedan recoger información sobre ti y tu familia, trabajo, gustos y un largo etcétera, ya que rastrean tus preferencias y así pueden ofrecerte productos similares en formato anuncio.
Podríamos hablar de un ejemplo práctico que sería el email marketing, ¿has oído hablar de ello?Se trata de una técnica de comunicación con el usuario en la que se utiliza el email para atraer a los clientes. Permite adaptar el contenido a cada consumidor y conseguir un mayor retorno de la inversión. De esta manera, la información que se ofrece es personalizada y aseguras que la propuesta que estás emitiendo va a tener una respuesta positiva por parte de la persona.
Los algoritmos también permiten conocer cuál es la mejor hora para enviar el correo electrónico, teniendo en cuenta los momentos en los que el receptor estará más activo y sea más fácil que interactúe con el contenido.
También ocurre cuando navegamos por las redes sociales, unas aplicaciones en las que pasamos mucho tiempo. En concreto, la revista de Economía 3 destacaba que a principios de 2021, un total de 4.200 millones usaban estas plataformas; lo que supone un 53% de la población mundial. El empleo de dichas aplicaciones provoca que cada vez recopilen más información sobre nosotros y nuestro entorno. En Facebook, por ejemplo, los algoritmos analizan tu círculo de amigos, el contenido con el que interactúas y el tiempo que pasas dentro de la plataforma. En Instagram se evalúan las localizaciones del perfil, los hashtags y la calidad del contenido. En Twitter, por su parte, analizan los tweets con los que frecuentas, los perfiles que visitas a menudo y te muestran aquellas noticias que puedan ser relevantes según tus intereses. En definitiva, podríamos decir que los algoritmos son la parte invisible de la vida digital. No los vemos, pero están ahí.
“El objetivo final de este concepto es que el mundo digital forme parte de nuestra vida cotidiana sin que sea el protagonista de nuestra conversación y, mucho menos, de nuestra vida”
Andrés Macario en mi libro ‘La digitalización invisible’
Algoritmos que forman parte de tu vida
Realmente, el mundo de los algoritmos no es nada ajeno a nosotros. Parece que se trata de un concepto del mundo digital del que no formamos parte y, sin embargo, no nos damos cuenta de que estamos completamente sumergidos en ellos y toman decisiones en nuestros días sin que nos demos cuenta.
Uno de los ejemplos más claros lo tenemos en que son capaces de filtrar la información hasta tal punto que solo te enseñen noticias de tu gusto en las redes sociales. Esto de alguna manera provoca que no veas el punto de vista del otro y te hace sumergirte en tus propias ideas sin tener en cuenta lo que sucede en la parte opuesta a tus pensamientos. Por ello, es importante que la decisión final sobre buscar o informarse la tome cada uno de forma individual, sin dejarse llevar por lo que los algoritmos deciden mostrarte.
Leyendo un artículo de la BBC World Service anunciaban que ya la Inteligencia Artificial (IA) decide si vas a tener un trabajo o no. Esto sucede porque las compañías de selección de personal están adoptando programas de Sistemas de Seguimiento a Candidatos que manejan los procesos de miles de solicitudes. Escribían que, en Estados Unidos, hay una estimación de que el 70% de las solicitudes de empleo son filtradas antes de ser analizadas por el propio departamento de recursos humanos.
Reflexionad sobre si los algoritmos pueden tomar decisiones importantes de tu vida puesto que ya son capaces hasta de denegar un préstamo. ¿Cómo puede ser posible? Te estarás preguntando. Pues bien, la capacidad de poder pagar o no un crédito al banco ahora es evaluado por unos algoritmos que van desde los patrones de compra que has realizado, hasta las búsquedas que haces en Internet. Incluso, la actividad que tienes en las redes sociales y el uso que haces de ellas.
En el banco BBVA publicaban un artículo bastante tajante en este aspecto titulado: “En las empresas de mayor éxito hay un algoritmo detrás”. En él señalaban que el uso de los algoritmos es fundamental en el funcionamiento del negocio ya que permite ayudar a una persona a invertir su dinero e incluso le puedes ofrecer una mejor experiencia al cliente, por ejemplo, proporcionar otros productos personalizados que están basados en el conocimiento que has adquirido del consumidor (Business Intelligence BI).
En el mundo del comercio, los algoritmos han supuesto un auténtico boom en la vía online. Algunos están diseñados para ofrecer un mejor servicio al cliente y, para ello, les ayudan con lo que necesitan. Seguramente hayas navegado alguna vez por las tiendas online y mientras mirabas alguna prenda te hayas topado con un mensaje que decía: ‘¿cuál es mi talla?’. Segundos más tarde ha salido un cuestionario con preguntas clave que han terminado por darte la talla recomendada para el artículo que tenías seleccionado. Esta recopilación de datos del usuario también permite determinar los gustos de una persona y ofrecer productos similares, así como establecer la ubicación de los compradores frecuentes.
En este establecimiento de la ubicación de los compradores estaríamos haciendo referencia al marketing de proximidad. Se trata de una forma de marketing experiencial en el que se emplean nuevas tecnologías para comunicar mensajes a los consumidores en función de su ubicación y cercanía al establecimiento o tienda. Este marketing permite establecer una relación estrecha con el usuario, una conversación dinámica entre el consumidor y la marca que está basada en las necesidades del individuo, aportando valor mediante la satisfacción de necesidades concretas.
Es importante recalcar que dicha estrategia requiere del consentimiento del usuario para conocer su ubicación especifica. Algunas plataformas, como las redes sociales que he citado anteriormente, solicitan el acceso a los datos y el usuario facilita la información al aceptar. Por ello, el consumidor recibe ofertas personalizadas y recomendaciones exclusivas para él.
En definitiva, podríamos hablar de millones de sectores en los que los algoritmos actúan diariamente. Como es el caso de la aceleración de investigaciones médicas, también permite realizar recomendaciones de servicios de transmisión como Spotify o Netflix, predice el rendimiento de cultivos para agricultores, analiza el tráfico para disminuir la congestión de ciudades inteligentes (smartcities) o herramientas que reconocen los hábitos de compra minorista y la colocación óptima del producto en un supermercado.
Como vemos estamos completamente rodeados de datos, datos y más datos. En un artículo de The Economist, en mayo de 2017, citaban: “El recurso más valioso del mundo ya no es el petróleo, sino los datos”. Como vemos los datos son capaces de ofrecer recursos en nuestros días provocando algunas mejoras de los servicios, ayuda en nuestras labores diarias e impulsan el avance en determinados sectores. Estamos ante lo que podríamos denominar ‘el corazón de la transformación’ y, sin duda, el mayor acelerador con el que nos hemos topado jamás en el mundo digital.
El estudio Big Data for Sustainable Development, realizado por Naciones Unidas, anunciaba que estas fuentes de datos y los nuevos enfoques analíticos, si se aplican de manera responsable, pueden generar una toma de decisiones más ágiles y eficientes. Es importante señalar que los datos suponen muchos peligros por la gran información personal que obtienen de los individuos. Debemos tener en cuenta que hay derechos que siempre se deben preservar como son la privacidad, ética y respeto. Si un recopilatorio de datos personales puede hacer que te desestimen un crédito bancario o te indiquen cuál es tu talla, quizá debas plantearte hasta qué punto Internet sabe de ti.
A pesar de que el mundo digital esté cargado de nuevos avances y facilidades, es necesario que exista una persona humana que sea capaz de filtrar toda la masa de datos y darle un sentido. No debemos dejarnos llevar por la información que continuamente nos rodea, tenemos que saber llegar más allá. Nadie entiende más de los gustos y preferencias de una persona que un propio humano.
Los algoritmos, el mundo digital y los avances tecnológicos pueden proponerte atajos, pero solo el humano podrá adaptar las facilidades que Internet brinda y convertirlas en una herramienta realmente útil. No debemos dejar que sean los algoritmos quienes trabajen por nosotros, sino nosotros quienes trabajemos para hacer de ellos un avance en nuestros días.
“La tecnología es un sirviente útil y un jefe peligroso”
“No debemos dejar que los algoritmos trabajen para nosotros sino nosotros quienes trabajemos para hacer de ellos un avance en nuestros días”
Me quedo con esas dos frases.
Me alegra que el artículo haya conseguido que te quedes con dos reflexiones. Muy interesantes además, que incitan a un largo pensamiento sobre la repercusión de la tecnología en nuestros días. Un saludo.